África es el tercer continente del mundo por extensión territorial. Limita al norte con el mar Mediterráneo, al oeste con el océano Atlántico, al sur con la conjunción de los océanos Atlántico e Índico y al este con el mar Rojo y el océano Índico. Aunque posee una superficie total de 30.272.922 Km² , la cual representa el 20.4% del total terrestre, la población es de mil millones de habitantes, menos del 15%. El continente se organiza en 54 países, siendo todos ellos miembros de la Unión Africana, con excepción de Marruecos.
Se cree que África es la cuna de la Humanidad y de allí proceden las sucesivas especies de homínidos y antropoides que dieron lugar a los seres humanos y que se han ido expandiendo por el resto de continentes, incluido el Homo sapiens sapiens hace cerca de 190.000 años.
Los orígenes del tráfico comercial entre el oeste y el centro de África y la cuenca mediterránea se pierden en la prehistoria. Los primeros relatos históricos datan de la antigüedad y cuentan de los nómadas que organizaban el comercio entre Leptis Magna y el Chad. Este comercio vivió su primer auge en el siglo I a. C. con el ascenso del Imperio romano. Sobre todo se comerciaba con oro, esclavos, marfil y animales exóticos para los juegos de circo en Roma en intercambio con bienes de lujo de Roma. De hecho es en esta época en la que se gesta el propio nombre de África.
La total repartición colonial de África por las potencias europeas, iniciada desordenadamente a partir del siglo XVII tuvo lugar, aproximadamente, en 1885, con la Conferencia de Berlín y el comienzo de la Primera Guerra Mundial, época en la cual los imperios coloniales se extendieron más rápidamente en África que en cualquier otro lugar del mundo, si bien dos países, Liberia y Etiopía, consiguieron mantener su independencia. Es un ejemplo del Nuevo Imperialismo generado por la necesidad de los países europeos de obtener materias primas para el rápido crecimiento de su producción manufacturera después de la Revolución industrial, iniciada en Inglaterra a fines del siglo XVIII.
Durante el régimen colonial los europeos explotaron los productos más fáciles y más provechosos de extraer, como el oro, el marfil, maderas y fibras textiles. Tras la emancipación de las colonias lo más codiciado pasó a ser el petróleo, los diamantes y la minería en general, pero estos productos mencionados se hallan en pocos países.
La carencia de buena tecnología y de medios de comunicación eficientes dificultan la explotación de dichas materias primas. El 60% de los trabajadores africanos se ocupa de actividades rurales, y el 80% de lo que África exporta son materias primas, siendo a su vez los productos industrializados los que representan la casi totalidad de sus importaciones. Solo el 15% está empleado en el sector industrial, siendo Egipto, República de Sudáfrica, Túnez y Marruecos los que poseen casi el total de dicha actividad. El resultado es que África es el continente más pobre del planeta: su PBI representa tan solo el 2,6% del total mundial.
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